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Los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas

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Natalio Hernández
el estado de las cosas

Los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas

En medio de tantos engaños ejecutivos, supercherías legislativas y huizacherías judiciales, los derechos de los pueblos indígenas siguen esperando y nada ha cambiado con el “cambio”. El maestro Natalio Hernández se pronuncia a favor de una educación bilingüe y, por lo mismo, bicultural, y analiza los distintos aspectos del pluriculturalismo mexicano que los racistas y los grillos (tanto priístas como panistas y uno que otro perredista) se niegan a reconocer, a pesar de que lo tienen frente a sus ojos en casi todas las esquinas de este país de calles sin salida.

La década de los setenta se caracterizó por el inicio del movimiento indígena contemporáneo de México. Diversas organizaciones indígenas se constituyeron para demandar el derecho a la tierra, a la educación, a la participación política, al autodesarrollo, así como el derecho a la lengua, a la cultura y a la propia identidad.

Para analizar las demandas que plantearon las organizaciones indígenas, haré una semblanza de las principales propuestas relacionadas con el tema de los derechos lingüísticos.

En 1973 surgió Nechikolistli tlen Nauatlajtoua Maseual Tlamachtianej/Organización de Profesionistas Indígenas Nahuas, ac. Entre sus objetivos relacionados con la lengua, destaca el de "conformar, con la participación de los profesionistas indígenas bilingües de las distintas regiones nahuas del país, una gramática náhuatl actualizada y funcional y, al mismo tiempo, estimular su desarrollo como un medio para despertar la conciencia de identidad étnica entre todos los hablantes de este idioma".

Un año más tarde se realizó el primer Congreso Indígena de Chiapas, al que concurrieron destacados académicos e investigadores, así como representantes de las organizaciones indígenas provenientes de las diversas comunidades lingüísticas de la entidad. Entre las principales conclusiones en el campo del derecho a la lengua, destacan:

Queremos que se preparen maestros indígenas que enseñen en nuestra lengua y costumbre y que también enseñen español. No queremos maestros que no saben nuestro idioma y costumbres.
Que haya un periódico indígena en nuestras cuatro lenguas. Que el periódico sea de los indígenas y que sirva para nuestra propia comunicación.

En 1975 se celebró en Pátzcuaro, Michoacán, el Primer Congreso Nacional de Pueblos Indígenas. Los resolutivos en el tema de lenguas indígenas fueron:

Solicitamos la creación de un Instituto Lingüístico Mexicano para el estudio de las lenguas indígenas que existen en el país, con [la participación de] profesionistas indígenas, quienes elaborarán y difundirán materiales de enseñanza para las escuelas del país.
…formular un Decreto Presidencial en donde se declaren idiomas oficiales las lenguas indígenas que existen en nuestro país, ya que hasta ahora han sido menospreciadas, considerándolas sin valor alguno y que no cumplen con una función social como vehículos o instrumentos de comunicación.

En mayo de 1976 se llevó a cabo el Encuentro Nacional de Maestros Indígenas Bilingües en Vicam, Sonora. Fue ahí donde por primera ocasión los Promotores Culturales y Maestros Bilingües de las diferentes regiones lingüísticas del país se reunieron para analizar y discutir la educación bilingüe-bicultural como alternativa al programa nacional de castellanización que impulsaba la Secretaría de Educación Pública en aquel momento. Específicamente en el área de lenguas, el Encuentro Nacional llegó a las siguientes conclusiones:

Es impostergable la creación del Instituto Lingüístico Mexicano para la investigación, estudio y fomento de las diferentes lenguas indígenas.
Que se oficialicen todas las lenguas indígenas del país en forma regional.
Se solicita al Estado [Mexicano] que intervenga para que la radio difunda sus programas en forma bilingüe de acuerdo con las regiones étnicas del país. Esta medida que indudablemente favorecerá a nuestros pueblos, deberá evitar la transmisión de la propaganda nociva que enajene a la población indígena.

En octubre de 1977, los Consejos Supremos de los pueblos mazahua, otomí, tlahuica y matlatzinca del Estado de México, firmaron el Pacto del Valle Matlatzinca. El acto se llevó a cabo en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. La firma del Pacto tuvo como marco un significativo discurso que en algunos de sus párrafos expresa:

Tiempo vivo, tiempo nuestro; en él unimos nuestra palabra, nuestro pensamiento para fortalecer la acción de defensa de nuestros valores, de nuestra causa y razón de ser.
Nosotros: Matlatzincas, Otomíes, Mazahuas y Tlahuicas, habitantes milenarios de esta tierra que ahora forma parte del Estado de México, nos comprometemos a estar unidos en la lucha por el respeto a nuestra identidad.
No somos curiosidades antropológicas, ni objetos de museo; somos Seres Humanos que pensamos y sentimos, que poseemos una identidad cultural que reclama respeto, y estamos en una realidad socioeconómica de explotación que requiere ser abolida.
Hoy estamos aquí reunidos en esta Semana de la Cultura Mazahua en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, que por primera vez en su historia brinda un apoyo franco y decidido al indígena en la persecución de sus ideales.

En el contexto de estas ideas y reflexiones expresadas por los líderes indígenas, las organizaciones firmantes del Pacto del Valle Matlatzinca se comprometieron a luchar por una educación bilingüe y bicultural en los diferentes niveles educativos y por el reconocimiento oficial de los idiomas indígenas. Actualmente, en la uaem se estudia la lengua mazahua como parte de la formación profesional de los lingüistas y antropólogos, indígenas y no indígenas.

Cabe destacar los aportes de la Alianza Nacional de Profesionales Indígenas Bilingües, ac que, en junio de 1979, organizó el Primer Seminario Nacional de Educación Bilingüe Bicultural que derivó en una propuesta para la instrumentación de la Educación Indígena Bilingüe Bicultural, cuyo objetivo fuera el dominio pleno de la lengua indígena y del español como segunda lengua por parte de los alumnos de las comunidades indígenas.

Como corolario de esta etapa del movimiento indígena que luchó por el reconocimiento de los derechos lingüísticos de los pueblos originarios de México, me referiré al contenido de la Declaración de Pátzcuaro sobre el derecho a la lengua suscrito en el año de 1980 por el crefal, la unesco y el Instituto Indigenista Interamericano, en cuya elaboración participaron académicos indígenas y no indígenas, nacionales e internacionales. De dicha Declaración incluyo los siguientes apartados:

Que las etnias de América, al igual que las de todo el mundo, tienen el derecho a expresarse en sus respectivas lenguas en todos los actos de su vida pública y los Estados están obligados a reconocer este derecho, dictando las reformas legislativas tendientes a la oficialización de dichas lenguas.
Que por ser dicha lengua la expresión de una particular manera de pensar y actuar, la cual sustenta una determinada concepción del mundo y de la vida, su enseñanza no se puede separar de tal cosmovisión, por lo que los conocimientos que se impartan deben descansar en esta última; en tal virtud, los planes, programas o contenidos de estudio deberán estructurarse conforme al cumplimiento de tales fines.

Esta fase del movimiento indígena –la lucha por el reconocimiento de los derechos lingüísticos– se desarrolló, fundamentalmente, en la década de los años setenta. Transcurrieron diez años de discusión académica y también de demandas ante el Estado mexicano y sus instituciones para lograr el reconocimiento de los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas.

En la década de los ochenta diversas organizaciones indígenas emprendieron acciones concretas para impulsar la revitalización y el desarrollo de sus propios idiomas. Se crearon academias y asociaciones en diferentes lenguas indígenas. Se pusieron en práctica los alfabetos diseñados en los años setenta con el apoyo de lingüistas vinculados con los proyectos de alfabetización en lenguas indígenas. En suma, de 1980 a 1990 se sentaron las bases del movimiento en favor del reconocimiento de los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, que cobró mayor fuerza en la última década del siglo xx.

UNA NACIÓN PLURICULTURAL
Y MULTILINGÜE

En 1992 se conmemoró oficialmente el Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos. El acontecimiento generó una profunda discusión entre los académicos, quienes calificaron el acontecimiento como el "encontronazo" de los pueblos indígenas de América con los pueblos de Europa, particularmente con España. Como contrapropuesta a la conmemoración oficial, las organizaciones indígenas desarrollaron una amplia movilización continental con el nombre de 500 años de resistencia indígena, negra y popular.

En México destaca la lucha que protagonizó el Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena. Así, el movimiento indígena de los años noventa empezó a aportar nuevas ideas y propuestas al movimiento indígena contemporáneo. Cabe destacar el lema que acuñó el Consejo Guerrerense: "Nunca más un México sin nosotros."

La lucha que se generó en torno al movimiento 500 años de Resistencia Indígena, para demandar un México incluyente de las distintas voces, lenguas y culturas, transcendió a la Reforma Constitucional de 1992, particularmente al contenido del artículo 4º, donde se reconoce que:

La nación mexicana tiene una composición pluricultual sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social,
y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquéllos sean parte, se tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en los términos que establezca la ley.

Dos años después de haberse realizado las Reformas Constitucionales de 1992, estalló en Chiapas el conflicto armado del ezln, movimiento que reafirmó el lema "Nunca más un México sin nosotros." En 1996, como resultado de las negociaciones que generó el conflicto armado, se firmaron los Acuerdos de San Andrés Larráinzar entre el ezln y el Gobierno Federal, en los que destacan los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas:

El Gobierno Federal promoverá las leyes y las políticas necesarias para que las lenguas indígenas de cada estado tengan el mismo valor social que el español y promoverá el desarrollo de prácticas que impidan su discriminación en los trámites administrativos y legales.
El Gobierno Federal se obliga a la promoción, desarrollo, preservación y práctica en la educación de las lenguas indígenas y se propiciará la enseñanza de la lecto-escritura en su propio idioma; y se adoptarán medidas que aseguren a estos pueblos la oportunidad de dominar el español.
Asimismo, es necesario un nuevo marco jurídico en materia de medios de comunicación que considere los siguientes aspectos: la pluriculturalidad nacional; el derecho al uso de las lenguas indígenas en los medios […] el derecho al uso, promoción y desarrollo de sus lenguas y cultura, así como de sus costumbres y tradiciones, tanto políticas, como sociales, económicas, religiosas y culturales.
Nombramiento de intérpretes, con su aceptación expresa, que conozcan tanto el idioma indígena como el castellano; compartan y respeten la cultura; conozcan el sistema jurídico indígena.
La educación indígena debe ser bilingüe e intercultural.
Creación de institutos indígenas que estudien, divulguen y desarrollen las lenguas indígenas y que traduzcan obras científicas y culturales. El gobierno del Estado de Chiapas creará en el corto plazo, un Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas.

Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, firmados en 1996, dieron pie a la creación del Centro de Lenguas, Arte y Literatura Indígena de Chiapas en 1997, el Centro de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca en 1998 y la Academia Veracruzana de Lenguas Indígenas en 2001.

En el contexto del movimiento zapatista surgió el Congreso Nacional Indígena que, en gran medida, aglutina las demandas del movimiento indígena contemporáneo. Este Congreso realizó una amplia movilización indígena, junto con amplios sectores de la sociedad civil para demandar el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar. Esta movilización concluyó en la Cámara de Diputados en marzo de 2001 con la intervención de dos representantes del Congreso Nacional Indígena y un representante del ezln para demandar que dichos Acuerdos quedaran plenamente recogidos en las reformas constitucionales que en aquel momento estaban en proceso de elaboración y se efectuara su consecuente aprobación por el Congreso de la Unión.

A pesar de esta amplia movilización indígena, esas reformas resultaron muy limitadas, toda vez que no contemplan a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público, y en materia de derechos lingüísticos quedó establecido sólo como un enunciado en el artículo 2º, apartado A, Fracción iv que expresa: "Preservar y enriquecer sus lenguas, conocimientos y todos los elementos que constituyen su cultura e identidad."

MARCO JURÍDICO DELOS DERECHOS
LINGÜÍSTICOSDE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

En fecha reciente concluyó el proceso de discusión de las tres iniciativas de Ley de Derechos Lingüísticos, mediante diez foros que se realizaron en diferentes regiones lingüísticas del país. Una de estas iniciativas de Ley fue elaborada por la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas desde 1998, y su contenido ha impulsando su análisis y discusión entre los legisladores, organizaciones indígenas, académicos, universidades y sociedad en general. Esas tres iniciativas contemplan, entre otros, los siguientes puntos:

a) Lograr el reconocimiento de los idiomas indígenas como lenguas nacionales.
b) Proteger y promover su desarrollo y difusión a través de los distintos medios de comunicación.
c) Promover el uso de las lenguas indígenas en todos los contextos sociales y toda actitud discriminatoria será sancionada.
d) Ejercer el derecho de que en los procesos jurídicos y en la impartición de justicia, las audiencias se realicen en lenguas indígenas cuando el caso así lo requiera.
e) Considerar el estudio de las lenguas indígenas como parte del currículum en todos los niveles educativos, vinculándola con la educación intercultural para todos los niños y jóvenes mexicanos.
f) Crear el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas y promover la creación de institutos estatales de lenguas indígenas.
g) Realizar investigaciones para un mayor conocimiento de la realidad lingüística del país y para la instrumentación de proyectos y programas.

Sin duda, los foros de derechos lingüísticos realizados en este año por la Cámara de Diputados generaron un amplio proceso de socialización acerca de los contenidos de estas tres iniciativas de Ley, y también recogieron el sentir de amplios sectores de la sociedad indígena y no indígena sobre la necesidad de legislar en favor del reconocimiento del patrimonio lingüístico de la nación mexicana e impulsar su desarrollo y florecimiento. Es de esperarse, por tanto, que el predictamen que elaborarán las Comisiones de Asuntos Indígenas y de Educación de la propia Cámara de Diputados para ser enviada al Pleno del Congreso, encuentre una mayor comprensión de parte de los legisladores y permita medir los alcances de una Ley que reconozca el valor de la diversidad lingüística del país.

En este contexto, los legisladores y la sociedad en su conjunto deben valorar que lo que están demandando los pueblos indígenas, a través del reconocimiento de los derechos lingüísticos, es la disputa por la nación, esto es, un nuevo proyecto de sociedad en el que las lenguas indígenas establezcan relaciones de equidad y dignidad con el español y con otras lenguas del mundo. En este sentido la aprobación de una Ley de Derechos Lingüísticos con tales características, implica necesariamente la reforma del artículo 3º de la Constitución Política y la Ley General de Educación para hacerlas congruentes con la diversidad lingüística y cultural de México.

Los avances logrados en el establecimiento del marco jurídico de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas son el resultado del movimiento indígena de los últimos treinta años. Desde 1992 el Estado Mexicano se reconoce constitucionalmente como una nación pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Estos avances superan la concepción del Estado-nación homogéneo lingüística y culturalmente que predominó a lo largo de todo el siglo xx y que se instrumentó, a través de las diferentes políticas públicas, en especial, a través del Sistema Educativo Nacional.

Los recientes acontecimientos que se originaron a raíz del fallo que emitió la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación a las 330 controversias interpuestas por los municipios del país, en torno a las reformas constitucionales de 2001 en materia de derechos y cultura indígenas, cierra el círculo de la actuación de los tres poderes de la Unión, y ponen en evidencia el carácter racista, los prejuicios y la exclusión que permean la estructura jurídico-política e institucional del Estado Mexicano; situación que es necesario superar si es que deseamos, indígenas y no indígenas, que prevalezca el diálogo para desarrollar las nuevas relaciones de dignidad y de respeto entre los pueblos indígenas y la sociedad mexicana en su conjunto. La posible aprobación de la Ley de Derechos Lingüísticos abriría una pequeña ventana para mostrar la voluntad política del Poder Legislativo de iniciar el diálogo de los pueblos indígenas con la nación, que ha estado suspendido desde hace varios siglos y que se intentó iniciar a partir de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.

Sin embargo, no basta reconocer el carácter pluricultural y multilingüe de la nación mexicana. El mayor desafío para los pueblos indígenas y sus organizaciones, así como para la sociedad nacional en su conjunto, consiste en desarrollar la interculturalidad, es decir, pasar del pluriculturalismo y multilingüismo a la interculturalidad. La maestra Sylvia Schmelkes, coordinadora general de Educación Intercultural Bilingüe de la sep, se ha referido a la interculturalidad en los siguientes términos:

La interculturalidad supone una interacción entre grupos humanos con culturas distintas. Pero supone que esta relación se da en condiciones de igualdad entre ambas culturas. La interculturalidad, desde su concepción misma, niega la existencia de asimetrías debidas a relaciones de poder. Asume que la diversidad es una riqueza. A diferencia del integracionismo, o de la segregación y el olvido, en donde lo que se busca es eliminar las diferencias, la interculturalidad asume la diferencia no solamente como algo necesario, sino como algo virtuoso. Esta interculturalidad, que supone una relación, supone a su vez comprensión y respeto entre las culturas. Como punto de llegada, como utopía creadora, no admite asimetrías.

La interculturalidad implica el diálogo de los saberes, de los conocimientos, de las distintas maneras de relacionarse, de los valores; en fin, un diálogo amplio y permanente entre las diferentes lenguas y culturas que integran a la nación, para el enriquecimiento mutuo. Las lenguas de los pueblos indígenas preservan la memoria ancestral que da cuenta de nuestros orígenes, registran los ecosistemas de su entorno natural, mantienen el universo simbólico que define gran parte de su identidad. A través de las lenguas, los pueblos explican la concepción del mundo y de la vida. Con sobrada razón Miguel León-Portilla ha reiterado que cuando muere una lengua, no sólo se empobrece el pueblo que habla esa lengua, sino la humanidad entera. De manera poética ha expresado:

Icuac tlahtolli ye miqui,
Cuando muere una lengua
quinihcuac motzacua
entonces se cierra
nohuian altepepan
a todos los pueblos del mundo
in tlanexilotl, in quixohuayan,
una ventana, una puerta,
in ye tlamahuizolo
un asomarse
occetica
de modo distinto
in mochi mani
a cuanto es ser
ihuan yoli in tlalticpac.
y vida en la tierra.


Por su parte, Carlos Montemayor ha expresado:

Y no hay un idioma superior a otro. La lengua maya es tan importante como la inglesa, la francesa, la alemana, la hebrea o la española; como el náhuatl, el purépecha, el otomí, porque todas son iguales. Y una de nuestras grandes riquezas son los idiomas. Una riqueza que debemos defender porque son el alma de todos los pueblos que viven en México. Es necesario cantar en esos idiomas, escribir en ellos, pensar en ellos, recordar las historias que en ellos nacen, que en ellos se conservan. Recordar que México es también el alma de esos idiomas. Que en nosotros fluye una sangre que en lo más profundo de sus sueños y recuerdos, aún puede reconocerse en esas profundas palabras.

En esta propuesta de enriquecimiento mutuo entre los pueblos indígenas y la sociedad nacional no indígena, se ubica la Declaración de los Escritores en Lenguas Indígenas en torno a la Diversidad Étnica, Lingüística y Cultural de México publicada en octubre de 1997, que expresa:

Hoy nos dirigimos a México y al mundo para decirles que como pueblos queremos garantías para ejercer nuestro derecho a tener voz propia en todos los ámbitos de la vida nacional. Derecho a preservar y desarrollar nuestras lenguas, derecho a una educación que tome en cuenta nuestro acervo étnico, lingüístico y cultural, derecho a participar en los medios de comunicación, derecho a expresar nuestra verdad y derecho para alcanzar la paz, la igualdad y la justicia. Creemos en el diálogo intercultural y en la riqueza creativa de las lenguas y culturas indígenas, que también son mexicanas y patrimonio de la humanidad.
La diversidad es nuestro proyecto. Por ello, pensamos que no puede haber igualdad mientras nuestras lenguas y culturas sigan subordinadas, no puede haber verdad mientras se siga negando nuestra existencia, no puede haber razón mientras no comprendamos que la diversidad es riqueza, no puede haber equidad mientras se privilegie una cultura sobre otra.

Por otra parte, en enero de 2001 se creó la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe de la sep que tiene, entre otras, las siguientes funciones:

Promover y evaluar la política educativa intercultural bilingüe en coordinación con las diferentes instancias del Sistema Educativo Nacional.
Promover la participación de las entidades federativas y municipios, así como de los diferentes sectores de la sociedad, pueblos y comunidades indígenas, en el desarrollo de la educación intercultural bilingüe.
Promover el desarrollo de modelos curriculares que atiendan la diversidad.
Promover el desarrollo y difusión de las lenguas indígenas.

Tanto la Declaración de los Escritores en Lenguas Indígenas como la creación de la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe apuntan hacia la construcción de la interculturalidad que requieren las nuevas relaciones de los pueblos indígenas con el Estado y la sociedad en su conjunto. De aprobarse este año la Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, los pueblos indígenas contarán con el instrumento jurídico para que las lenguas indígenas trasciendan a las políticas públicas, a los espacios institucionales, a los sectores educativos y académicos, a los medios de comunicación; en fin, a la sociedad mexicana en su conjunto. Con ello, habremos dado un paso histórico importante para iniciar el establecimiento de las nuevas relaciones interculturales entre el Estado, la sociedad nacional y los pueblos indígenas. Todo lo anterior puede contribuir a la reconciliación y a la reconstitución de los pueblos indígenas, para que instrumenten proyectos comunitarios de desarrollo sustentable que, a la postre, posibilitarán el desarrollo regional y nacional que hará de México un país más fuerte y unido en la diversidad.

A nivel internacional y mundial también existe un movimiento amplio en favor de la interculturalidad que en el futuro inmediato puede contribuir al establecimiento de un diálogo de las culturas que supere el racismo, la exclusión y los prejuicios. El Convenio 169 de la oit, la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos de Barcelona, la Declaración de la unesco sobre el Día Internacional de Lengua Materna de 1999 y sobre la Diversidad Cultural de 2001, la Declaración de Santa Cruz, Bolivia y la de Totonicapan, Guatemala, entre muchos otros documentos, en torno al reconocimiento del valor de la diversidad cultural, así como de la necesidad de instrumentar políticas que promuevan la defensa y el desarrollo del multilingüismo y la instrumentación de programas de educación intercultural, configuran, en su conjunto, el nuevo horizonte social del siglo xxi caracterizado por el desarrollo de una nueva conciencia de la humanidad que busca la convivencia democrática, la dignidad y la equidad, a partir del multiculturalismo y la interculturalidad.

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