Ibrahim siempre te seguiré


No hay nada mas dificil que no engañarse a uno mismo.

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Jim Morrison tribute R. Manzarek

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JIM MORRISON
La ceremonia del lagarto
Traducción de José Vicente Anaya

Hay leones en las calles y perros
que vagan en celo, con rabia,
echando espuma.
Bestia en una jaula al
centro de la ciudad,
el cuerpo de su madre
pudriéndose en el suelo
del verano, él
escapó de la ciudad, se
fue al sur cruzando la frontera;
atrás dejó caos y desorden,
allá, detrás de sus hombros.
Al amanecer despertó
en un hotel verde
con una extraña criatura
que gruñía a su lado, con
dulce sudor de su piel
brillante.
¿Están todos aquí?
La ceremonia va a comenzar.
¡Despierta!
No puedes recordar dónde es que sucedió.
¿Se ha detenido tu sueño?
La serpiente estaba de un
pálido dorado,
vidriosa y retorcida.
Teníamos miedo de tocarla.
Las sábanas calientes
aprisionaban la muerte.
Ella está en mi costado.
No es vieja… muy joven.
Su cabello es rojo oscuro
y suave blanca su piel.
Ahora corre ante el espejo del baño.
¡Mira!
Viene hacia mí.
No puedo vivir el lento siglo
que tarda en cada movimiento.
Permito que caiga mi rostro
sobre la fría baldosa suave.
Percibo que el reconfortante frío
punza mi sangre. Hay
suaves serpientes siseantes
en la lluvia.
Hace un tiempo yo jugaba a
culebrear hacia atrás en mi
cerebro.
Creo que bien sabes de qué
juego estoy hablando,
me refiero al juego de
“vuélvete loco”.
Ahora tú intenta este juego:
cierra los ojos y olvida tu nombre.
Olvida al mundo, olvida
a la gente.
Construiremos una torre
única.
Este juego es divertido.
Sólo cierra tus ojos,
no tienes nada que perder.
Aquí estoy yo,
voy a dejar de controlar.
Entramos en un acto
de disolución.
Regresa a lo profundo
de tu cerebro.
Explora el pasado alrededor
de donde me duele y
vuelve a donde nunca llueve,
donde el carnero suavemente cae
sobre el poblado y
las cabezas de todos nosotros,
allá en los bajos manantiales.
Callada presencia no terrenal
de los nerviosos moradores de la colina.
En los cerros apacibles, alrededor,
abundan reptiles, fósiles, cavernas
y un frío aire de altura.
Cada casa reproduce un molde.
Hay ventanas giratorias.
Un carro bestia se aprieta
contra el amanecer.
Ahora todo duerme.
Cobijas silenciosas, espejos vacíos,
ciego polvo bajo las camas
de los matrimonios.
Envueltos en sábanas
y las hijas fariseas con
ojos de semen en sus pezones.
¡Un momento!
Aquí hubo una matanza.
No dejes de hablar ni de
mirar alrededor.
Tus guantes y tu abanico están
sobre la tierra.
Nos vamos de la ciudad
a la carrera
y quiero que tú vengas.
No hay que tocar la Tierra
ni ver el sol.
Ya no hay nada que hacer
pero
corre, corre, corre.
Corramos, corramos.
Una casa en la colina.
La luna sigue mintiendo.
Las sombras de los árboles
atestiguan la brisa agreste.
Vamos, chava, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la cúspide de la colina
hay una tibia mansión
con recámaras suntuosas
y cómodas, sillas de
lujo con brazos tapizados
en color rojo. Y tú
no sabrás nada, hasta
estar ahí dentro.
El cadáver del presidente
está en el carro de su chofer.
El motor suena
pegajoso y alquitranado.
Ven, no iremos muy lejos,
sólo hasta el Oriente, para
visitar al zar.
Corre conmigo, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la playa del lago viven
los fuera de laley.
La hija del ministro
se enamoró de la víbora
que vive en un manantial,
a la orilla de la carretera.
¡Despierta muchacha!,
ya casi llegamos al hogar.
Sol, sol, sol.
Arde, arde, arde.
Luna, luna, luna.
¡Pronto te alcanzaré!
¡Pronto! ¡Pronto!
Yo soy el Rey Lagarto
que todo lo puede.
Permite el sonar de las campanas
en el carnaval.
Permite que cante la víbora.
Permítelo todo.
Bajamos de los ríos y
de las carreteras.
Bajamos de los bosques
y de las aguas que caen.
Bajamos de Carson y de
Springfield.
Bajamos del Fénix
sojuzgado.
Y puedo hablarte de
los juegos del Reino.
Puedo hablarte de
lo que ya conoces.
Escucho el puñetazo
del silencio
que
trepa los valles por
las sombras.
Durante siete años viví en
el perdido palacio del exilio,
jugando extraños juegos
con las muchachas isleñas.
Ahora he regresado a
la tierra del encanto,
de fuerza y sabiduría.
Hermanos y hermanas
del pálido bosque.
¡Oh, niños de la noche!
¿Cuántos de ustedes
se comprometerán
con la cacería?
Ya llega la noche
con su legión púrpura.
Retírense
a sus tiendas de campaña
y a sus sueños.
Mañana tomaremos la ciudad
de mi nacimiento.
Quiero estar preparado.
Envueltos en sábanas
y las hijas fariseas con
ojos de semen en sus pezones.
¡Un momento!
Aquí hubo una matanza.
No dejes de hablar ni de
mirar alrededor.
Tus guantes y tu abanico están
sobre la tierra.
Nos vamos de la ciudad
a la carrera
y quiero que tú vengas.
No hay que tocar la Tierra
ni ver el sol.
Ya no hay nada que hacer
pero
corre, corre, corre.
Corramos, corramos.
Una casa en la colina.
La luna sigue mintiendo.
Las sombras de los árboles
atestiguan la brisa agreste.
Vamos, chava, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la cúspide de la colina
hay una tibia mansión
con recámaras suntuosas
y cómodas, sillas de
lujo con brazos tapizados
en color rojo. Y tú
no sabrás nada, hasta
estar ahí dentro.
El cadáver del presidente
está en el carro de su chofer.
El motor suena
pegajoso y alquitranado.
Ven, no iremos muy lejos,
sólo hasta el Oriente, para
visitar al zar.
Corre conmigo, corre conmigo.
Corre conmigo, corramos.
En la playa del lago viven
los fueradelaley.
La hija