Paul Verlaine
PAUL VERLAINE
(1844-1896)
Paul-Marie Verlaine nació el 30 de marzo de 1844 en Metz (Francia). Era hijo de Elisa Dehée y de un capitán del ejército francés llamado Nicolas-Auguste Verlaine.
Estudió en el Liceo Bonaparte parisino. En sus tiempos de adolescente se enamoró de Elisa Moncomble, prima huérfana de Paul que creció al cuidado de su familia y que falleció a edad temprana.
En París trabajó brevemente como agente de seguros antes de dar inicio a la carrera de Derecho, que abandonó para vivir una existencia bohemia y compartir ansias literarias con poetas parnasianos como Leconte de Lisle y Louis Xavier de Ricard.
Considerado el maestro del decadentismo y principal precursor del simbolismo, es, en realidad, el único poeta francés que merece el epíteto de «impresionista» y, junto con Victor Hugo, el mayor poeta lírico francés del s. XIX. En 1851 su familia se instaló en París, donde Verlaine trabajó como escribiente en el ayuntamiento (1864). En 1866 publicó su primer libro, Poemas saturnianos, que revela la influencia de Baudelaire, al que siguieron Fiestas galantes (1869), en el que describe un universo irreal a lo Watteau, y La buena canción (1870).
Después de una crisis producida por el amor no correspondido que le inspiró su prima Élise Moncomble, halló una efímera estabilidad en su matrimonio con Mathilde Mauté (1870), disuelto a raíz de sus relaciones, a partir de 1871, con Arthur Rimbaud, con quien viajó a Bélgica y a Gran Bretaña (1872-1873). El 10 de julio de 1873, en Bruselas, hirió de bala a Rimbaud, quien le había amenazado con abandonarle. Condenado a dos años de prisión, salió de la cárcel después de recobrar la fe.
En 1870 contrajo matrimonio con Matilde Mauté de Fleurville, enlace roto tras su enamoramiento del joven poeta Arthur Rimbaud, quien le había remitido el poema “El Barco Ebrio”.
Ambos escritores se fugaron a Londres, capital inglesa en la que compartieron una pasional historia de amor con continuos encuentros y desencuentros.
Esta tormentosa relación junto a su vida bohemia, afición a la absenta y desequilibrio nervioso, terminó por mermar la salud de Verlaine.
En 1873 fue condenado a dos años de prisión tras disparar contra Rimbaud y herirle en una mano. En la cárcel escribió “Romanzas Sin Palabras” (1874).
Su etapa de madurez se inicia con la publicación de Romanzas sin palabras (1874), que revela una poética nueva, basada en la música del verso, y expresa su desgarramiento, dividido entre Rimbaud y Mathilde. Tras una última riña con Rimbaud en Stuttgart, regresó a Gran Bretaña (1875), donde se dedicó a la enseñanza hasta que regresó a Francia (1877). Después de una recaída en el alcoholismo, volvió a Gran Bretaña con su alumno favorito, Lucien Létinois (1879-1880).
En 1881 publicó Cordura, poemario de inspiración religiosa, y en 1883, tras la muerte de Létinois, llevó en Coulommes una vida escandalosa. De este período data la publicación de Los poetas malditos (1884), en que dio a conocer a Rimbaud, Tristan Corbière y Stéphane Mallarmé, y Antaño y ahora (1884). Tras una nueva estancia en la cárcel por haber intentado estrangular a su madre hallándose bajo los efectos del alcohol, pasó a residir definitivamente en París (1885), donde fue a menudo hospitalizado.
Aparte de obras en prosa, como Mis hospitales (1892), de su producción de esta última etapa destacan algunas obras poéticas de tema religioso (Amor, 1888; Liturgias íntimas, 1892) y de tema erótico (Paralelamente, 1889; Mujeres, 1890; Canciones para ella, 1891; Odas en su honor, 1893; Elegías, 1893; En los limbos,1894). En sus últimos años gozó de gran prestigio literario (dio conferencias en Bélgica y Gran Bretaña, fue elegido «Príncipe de los poetas» en 1894), lo que contrasta con la miseria y el estado de degradación en que vivía.
Murió en París el 8 de enero de 1896. Tenía 41 años.
A una mujer
[Poema - Texto completo.]
Paul Verlaine
A usted, estos versos, por la consoladora gracia
De sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño; A su alma pura y buena, a usted Estos versos desde el fondo de mi violenta miseria.
Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita
No me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa, Multiplicándose como un cortejo de lobos Y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta.
Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo
Que el primer gemido del hombre Arrojado del Edén es una égloga al lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener son como
Las golondrinas que un cielo al mediodía, Querida, en un bello día de septiembre tibio. Canción de otoño
[Poema - Texto completo.]
Paul Verlaine
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